Apostatar da fe significado
1. f. Acción y efecto de apostatar.
Apostasia - Hispano-Americano de la Mision
(Del gr. apo, desde; y stenai, estar parado). Sig. el renunciamiento voluntario a la fe en Cristo, hecho por alguien que previamente manifesto creer en él. Antiguamente sig. volver al judaísmo, quemar incienso al emperador romano o adorar a los dioses paganos tradicionales. Es diferente de herejía.
El apóstata abandona su fe, mientras que el hereje continúa profesando fe, pero adopta una interpretación contraria a la enseñanza de la iglesia. La a es, pues, un alejamiento de la fe por una o más personas, que alguna vez profesaron el cristianismo.
Es más común en tiempos de persecución. La a moderna se produce cuando la persona renuncia a su fe cristiana en favor de una adhesión a una ideología política, un escepticismo naturalista, un hedonismo desenfrenado, un materialismo descarnado, una búsqueda obsesiva de poder. (Ver herejía).
Apostasía - Douglas Tenney
(gr., apostasía, un caer atrás, un retirarse, abandono). La Biblia contiene muchas advertencias en contra de la apostasía (2Ts 2:3), Judas) al igual que ejemplos de la apostasía: Israel (Jos 22:22),( 2 Cr 29:19),( Jer 2:19), Saúl (1 S 15:11), Himeneo y Alejandro (1 Ti 1:19-20) y Demas (2 Ti 4:10). El escritor de la carta a los Hebreos declara que la apostasía es irrevocable (He 6:4-6),(He 10:26), y Pablo la aplica escatológicamente a la venida de una era de gran rebelión en contra de Dios (2 Ts 2:3).
Apostasía - Diccionario Alfonso Lockward
Palabra que en griego es compuesta de apó (caer, alejarse de) y stasis (rebelión) y que se utilizaba para señalar una revuelta política o militar. Significa el acto de rechazar la fe o las doctrinas profesadas o creídas, apartándose para adoptar otras. Los traductores de la Septuaginta adoptaron el término para expresar el apartamiento o la rebelión contra el Dios de Israel, como en Eze 14:7).
El término viene a ser usado en Israel después del período de la helenización, cuando una parte de la sociedad judía se hizo partidaria de adoptar las costumbres griegas. En la literatura intertestamentaria se aplicó la palabra a. a los hechos de esa clase, especialmente cuando el intento de Antíoco Epífanes de “imponer la a.” cambiando la fe y las costumbres israelitas por las helénicas. Desde esa época, abandonar la fe de Israel era “apostatar”.
tiempos del NT los judíos acusaban a Pablo de que enseñaba “a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar de Moisés” (Heb 10:26-39). Herejía.
Apostasía - Diccionario Mundo Hispano
(gr., apostasía, un caer atrás, un retirarse, abandono). La Biblia contiene muchas advertencias en contra de la apostasía (2Th 2:3).
Apostasia - Diccionario Pastoral
Abandonar su puesto: apartarse de la ley para seguir a otro maestro o para escoger otro camino más fácil. [2Tes_2,3] [He_21,21]
Apostasía - Diccionario Perspicacia
El término griego correspondiente se deriva del verbo a·fí·ste·mi, que significa literalmente “apartarse de”. La forma sustantiva tiene el sentido de “deserción, abandono o rebelión”. (Hch 21:21, nota.) En el griego clásico esta se usaba para referirse a la defección política, y es con este sentido con el que se emplea el verbo en el pasaje de Hechos 5:37 sobre Judas el galileo, que “atrajo” (a·pé·ste·se, una forma de a·fí·ste·mi) seguidores. La Versión de los Setenta, escrita en griego, usa el vocablo en Génesis 14:4 con referencia a tal tipo de rebelión. No obstante, en las Escrituras Griegas Cristianas se usa sobre todo con relación a la defección religiosa, es decir, a la renuncia o abandono de la verdadera causa, la adoración y servicio a Dios; en suma, una renuncia a lo que antes se profesaba y un abandono total de esos principios o de la fe. Los líderes religiosos de Jerusalén acusaron a Pablo de este tipo de apostasía de la ley mosaica.
Puede decirse con toda propiedad que el adversario de Dios fue el primer apóstata, según indica el nombre Satanás. Él hizo que la primera pareja humana apostatara. (Gé 3:1-15; Jn 8:44.) Después del Diluvio, los hombres se desviaron de las palabras del Dios de Noé. (Gé 11:1-9.) Más tarde, se le hizo necesario a Job defenderse de la acusación de apostasía que le lanzaron sus tres supuestos consoladores. (Job 8:13; 15:34; 20:5.) En su defensa, mostró que Dios no concede audiencia a los apóstatas (Job 13:16), y que el estado de un apóstata a quien Dios ‘corta’ es desesperanzado. (Job 27:8; compárese también con la declaración de Elihú en Job 34:30; 36:13.) En estos casos se usa el sustantivo hebreo ja·néf, que significa “apartado de Dios”, es decir, apóstata. El verbo relacionado, ja·néf, significa “estar apartado de la debida relación con Dios”, o “contaminar, llevar a la apostasía”. (Lexicon in Veteris Testamenti Libros, de L. Koehler y W. Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 317.)
Apostasía en Israel. Los dos primeros mandamientos de la Ley condenaban toda apostasía. (Éx 20:3-6.) Antes de la entrada de los israelitas en la Tierra Prometida, se les advirtió del grave peligro de caer en la apostasía en el que se encontrarían si se casaban con los habitantes del país. (Dt 7:3, 4.) Aun si fuese un pariente próximo o el cónyuge la persona que incitaba a otros a apostatar, habría de ser ejecutado por haber “hablado de sublevación contra Jehová el Dios de ustedes”. (Dt 13:1-15.) Las tribus de Rubén, Gad y Manasés se apresuraron a exculparse de la acusación de apostasía que se les imputó por haber edificado un altar. (Jos 22:21-29.)
Muchos de los reyes de Israel y de Judá siguieron un proceder apóstata. Por ejemplo: Saúl (1Sa 15:11; 28:6, 7), Jeroboán (1Re 12:28-32), Acab (1Re 16:30-33), Ocozías (1Re 22:51-53), Jehoram (2Cr 21:6-15), Acaz (2Cr 28:1-4) y Amón. (2Cr 33:22, 23.) Con el tiempo, los israelitas llegaron a ser una nación de apóstatas, porque el pueblo escuchaba a los sacerdotes y profetas apóstatas (Jer 23:11, 15), así como a otros hombres sin principios que, con palabras suaves y dichos falsos, los llevaron a practicar conducta relajada e inmoralidad, y a desertar de Jehová, “la fuente de agua viva”. (Isa 10:6; 32:6, 7; Jer 3:1; 17:13.) Según Isaías 24:5, hasta la misma tierra llegó a estar ‘contaminada [ja·nefáh] bajo sus habitantes, porque habían pasado por alto las leyes, habían cambiado la disposición reglamentaria, habían quebrantado el pacto de duración indefinida’. No habría de concedérseles misericordia en la destrucción predicha. (Isa 9:17; 33:11-14; Sof 1:4-6.)
¿Qué características singularizan a los apóstatas en contraste con los cristianos verdaderos?
El apóstol Pablo predijo en 2 Tesalonicenses 2:3 una apostasía entre los que profesaban ser cristianos. Mencionó específicamente a ciertos apóstatas, como Himeneo, Alejandro y Fileto. (1Ti 1:19, 20; 2Ti 2:16-19.) Entre las diversas causas de la apostasía expuestas en las advertencias apostólicas se encuentran las siguientes: la falta de fe (Heb 3:12), la falta de aguante ante la persecución (Heb 10:32-39), el abandono de las normas morales correctas (2Pe 2:15-22), el hacer caso de “palabras fingidas” de falsos maestros y de “expresiones inspiradas que extravían” (2Pe 2:1-3; 1Ti 4:1-3; 2Ti 2:16-19; compárese con Pr 11:9) y el tratar de “ser declarados justos por medio de ley”. (Gál 5:2-4.) Aun profesando tener fe en la Palabra de Dios, puede que los apóstatas desatiendan su servicio a Dios al considerar de poca importancia la obra de predicar y enseñar que Él encargó a los seguidores de Jesucristo. (Lu 6:46; Mt 24:14; 28:19, 20.) También puede que aleguen servir a Dios, pero rechacen a sus representantes, su organización visible, y comiencen a ‘golpear’ a los que habían sido sus compañeros de fe, con el fin de obstaculizar su obra. (Jud 8, 11; Nú 16:19-21; Mt 24:45-51.) Los apóstatas por lo general procuran que otros les sigan. (Hch 20:30; 2Pe 2:1, 3.) Los que abandonan voluntariosamente la congregación cristiana se convierten en parte integrante del “anticristo”. (1Jn 2:18, 19.) Como en el caso de los israelitas apóstatas, también se predice destrucción para los apóstatas de la congregación cristiana. (2Pe 2:1; Heb 6:4-8; véase COMPAÑÍAS.)
Durante el período de persecución que sufrió la congregación cristiana primitiva a manos del Imperio romano, a los que profesaban ser cristianos a veces se les inducía a negar su discipulado. A aquellos que accedían se les exigía que dieran prueba de su apostasía haciendo una ofrenda de incienso ante algún dios pagano o blasfemando abiertamente contra el nombre de Cristo.
Es evidente que hay una diferencia entre ‘caer’ por debilidad y ‘caer’ por haber apostatado. Este último ‘caer’ implica una retirada drástica e intencional del sendero de la rectitud. (1Jn 3:4-8; 5:16, 17.) Cualquiera que sea su base aparente, intelectual, moral o espiritual, constituye una rebelión contra Dios y un rechazo de su Palabra de verdad. (2Te 2:3, 4; véase HOMBRE DEL DESAFUERO.)
¿No encuentras lo que buscas? Intenta buscar en toda la página. haz click aquí Toda la página
Estudantes de Teologia

O labor teológico de quem se preocupa em oferecer a sistematização e aplicabilidade das Escrituras para a proclamação do Reino de Deus
25 dezembro 2019

A PCUSA, a IPB e o abandono da prática da subscrição integral
A PCUSA é um exemplo de como a apostasia ocorreu lentamente com o abandono da subscrição integral. Ela primeiro permitiu a subscrição com escrúpulos, ou seja, desde que o subscritor declarasse as suas discordâncias e exceções de crença com os Padrões de Westminster, ele poderia, se aprovado pela comissão de exame, ser ordenado. Em seguida, ela permitiu que os seus presbitérios decidissem pela subscrição integral ou ampla, conforme a conveniência, ou decisão conciliar regional. Depois, a Assembleia Geral passou a reinterpretar declarações doutrinárias dos Padrões de Westminster que conflitassem com as mudanças da denominação.[1] O próximo passo foi a anulação da obrigatoriedade da subscrição, eliminando a necessidade de penas dos tribunais conciliares, em caso de negação de doutrinas essenciais. E, por último, a PCUSA procurou redefinir-se teologicamente na Confissão de 1967, que representou uma ruptura final com os Padrões de Westminster.[2] Assim, qualquer oficial, ou concílio, poderia assumir crenças e práticas completamente discordantes, sem o risco de sofrer intervenções ou a disciplina eclesiástica.[3]
A IPB “ainda” oficialmente adota a subscrição integral como modalidade de uso de seus Padrões de Fé.[4] Infelizmente estamos seguindo os passos da nossa igreja-mãe, a PCUSA, ao negar o significado original intencionado pelos teólogos da Assembleia de Westminster. Não estamos coerentemente praticando, em nosso concílio maior, a submissão integral aos nossos Padrões de Fé. Um cenário de caos está se criando para a completa negação desta modalidade de subscrição. Cada vez mais são tomadas decisões que diluem, reinterpretam afrouxando, ou alterando o significado original dos nossos documentos doutrinários.
As decisões conciliares somente são legítimas se estiverem de acordo com a nossa confessionalidade, fora disso, é apostasia.
Por que o Império Romano resolveu virar cristão?

Texto Reinaldo José Lopes
Toda professora de catecismo adorava contar a seguinte historinha: na véspera de uma batalha decisiva contra seu maior rival, o general romano Constantino viu no céu uma cruz flamejante com os dizeres latinos In hoc signo vinces – algo como “Com este símbolo vencerás”. Não deu outra: Constantino mandou pintar a cruz nos escudos de seus soldados, derrotou de goleada seu inimigo Maxêncio e virou imperador. Como sinal de gratidão, no ano 312 da nossa era, ele declarou que os cristãos não seriam mais perseguidos em seu império e se converteu à fé em Jesus, abrindo caminho para que o cristianismo se tornasse a religião dominante do Ocidente. A lenda é bonitinha, mas será que tem algum apoio na realidade?
Por incrível que pareça, o fato é que não foram apenas as frias motivações políticas que levaram Constantino a favorecer os cristãos. Por um lado, é claro que não dá para provar que a visão da cruz flamejante aconteceu mesmo (na verdade, os relatos mais antigos falam das duas primeiras letras gregas do nome de Cristo, parecidas com o P e o X maiús-culos do nosso alfabeto, e não de uma cruz). Por outro, numa época em que religiões ligadas a um deus único estavam em ascensão, a fé de Constantino no Deus cristão não seria incomum.
MINORIA PODEROSA
Por volta do ano 300, apesar das perseguições esporádicas, mas sangrentas, os cristãos tinham virado uma minoria relativamente rica e influente no Império Romano. Entre 5 e 10% dos cidadãos da área era adeptos do cristianismo, e a religião tinha se infiltrado na nobreza, no funcionalismo público e no Exército. Há indícios de que membros da família de Constantino eram cristãos. Ao mesmo tempo, cultos monoteístas (ou seja, a um só deus) estavam cativando outras pessoas. Entre os mais populares estavam a veneração ao deus persa Mitra ou à sua versão ocidentalizada, o Sol Invicto. Veio então a morte do imperador Constâncio Cloro, pai de Constantino, e a guerra civil de sucessão. Constantino foi vencendo todos os rivais, um após outro, até assumir o controle absoluto dos territórios romanos no ano 324.
O novo governante naturalmente atribuiu o triunfo ao favorecimento divino, e é possível que, por seu ambiente familiar e cultural, tivesse identificado essa divindade com o Deus do cristianismo. Isso porque a liberdade religiosa proclamada por ele foi imediatamente seguida por doações generosas às igrejas cristãs e intervenções pessoais do imperador para resolver debates teológicos entre elas. Constantino queria a unidade do império e a unidade da fé – é impossível determinar onde, para ele, começava uma coisa e acabava outra.
O falso vira-casaca
Ninguém nunca disse que a história é justa, mas uma das maiores injustiças dela foi legar o apelidado de “o Apóstata” (ou seja, o vira-casaca) a Flávio Cláudio Juliano, sobrinho de Constantino que assumiu o poder imperial no ano 360. Juliano, o Apóstata, como ficou conhecido, tentou restaurar o paganismo como religião dominante no Império Romano, mas nunca foi cristão de verdade para merecer o título de vira-casaca.
O que acontece é que, com o predomínio recém-conseguido dos cristãos, Juliano e os demais membros juniores da família imperial receberam uma ferrenha educação religiosa para se adaptar aos novos tempos, mas o futuro imperador odiava tudo aquilo e preferia mesmo estudar os filósofos e poetas pagãos da Grécia antiga, como Homero e Platão. Ao subir ao poder, reverteu boa parte das reformas religiosas de Constantino, mas o cristianismo já tinha se tornado tão poderoso que, com sua morte sem herdeiros numa guerra contra os persas, o paganismo deixou de vez de ser uma força política em Roma.
Estimativas sobre o número de cristãos mortos pelos romanos variam de 10 mil a 100 mil mártires executados do ano 30 ao ano 313.
Você sabe o que são Apostasia, Cisma e Heresia?

Privacidade e cookies
Esse site utiliza cookies. Ao continuar você concorda com seu uso. Saiba mais sobre isso, incluindo como controlar os cookies.
Hoje em dia, aparentemente, esses termos caíram em desuso. Apenas aparentemente.
Lidamos com esses desafios diariamente, sem perceber, pois se apresentam disfarçados de uma falsa normalidade. Eis o grande perigo!
É necessário dizer que tais dificuldades no seio da Igreja surgem devido ao pecado do homem. Principalmente, ao orgulho e à presunção de salvação sem a necessidade de Deus.
Vejamos o que cada um deles significa.
O termo Apostasia, segundo o Catecismo da Igreja Católica (CIC), significa o repúdio total da fé cristã. Ou seja, aquele que despreza ou abandona a fé cristã para abraçar doutrinas não cristãs, comete apostasia e é chamado apóstata.
A palavra Cisma, quer dizer separação, divisão. Teologicamente, incorre na recusa de sujeição ao Sumo Pontífice (Papa) ou da Comunhão com os membros da Igreja a ele sujeitos. Dois grandes cismas feriram a unidade da Igreja ao longo de sua história: em 1054, que originou as Igrejas do Oriente e ritos orientais e em 1517, na “Reforma” Protestante que originou praticamente todas as igrejas denominadas, erroneamente, de “evangélicas”. Podemos considerar um terceiro cisma o de 1534, que originou a igreja Anglicana que é a oficial da Inglaterra. Hoje, graças a Deus, a Igreja mantém um diálogo aberto e de amor com essas igrejas e caminha, cada vez mais, para um retorno à unidade. Especialmente, com as igrejas orientais e as protestantes tradicionais. Infelizmente, algumas igrejas protestantes pentecostais e neopentecostais ainda mantêm uma postura irredutível.
A Heresia é a negação pertinaz (teimosa), após a recepção do Batismo, de qualquer verdade que se deve crer com fé divina e católica (dogma), ou a dúvida pertinaz a respeito dessa verdade. Várias heresias assolaram a Igreja ao longo de sua existência, tais como: o gnosticismo, o arianismo, o nestorianismo, o monofisismo, o maniqueísmo, o relativismo, o ateísmo, entre outras. Veremos cada uma delas em outras oportunidades.
O remédio para combater esses riscos à unidade da Igreja? Conhecer profundamente a sua fé e ter uma vida pautada na Palavra de Deus, na oração e nos sacramentos.
Já dizia Santo Agostinho: “ninguém ama aquilo que não conhece”.
Por isso, quem conhece a verdadeira Igreja de Cristo jamais a abandona, pois a ama.
Gostou? Comente aí embaixo e recomende o blog aos amigos.